Dicen que la neofilia es la obsesión por tener lo nuevo, por estar a la última en todo. Algunos expertos la empiezan a considerar una nueva enfermedad. No diré tanto del asunto que voy a plantear, pero sí que en Educación Física padecemos algún tipo de neofilia. ¿Por qué?, porque siempre se está cambiando la forma de enseñar, no se encuentra satisfacción con nada. Recuerdo cuando era estudiante que el mensaje que recibíamos era que todo lo que oliese, sonase o pareciese a Gimnasia, era inapropiado, inconveniente, y anticuado. La Educación Física, no era gimnasia, ni yo sería un profesor de gimnasia, lo sería de Educación Física, que era, y debía ser, otra cosa. Era la época del movimiento “PSI”, que haría que esta asignatura fuera como el resto de las asignaturas, moderna y a la última. Eso hizo que mucho programas de Educación Física se convirtieran en programas de Psicomotricidad, sobre todo con los escolares más pequeños, daba más caché.
De las sesiones homogéneas y uniformes, en las que todos los escolares movían sus cuerpos al unísono, ahora los escolares corrían alegremente, saltaban dentro de aros, movían cuerdas o rompían periódicos para liberar sus energías. Los padres estaban encantados de que sus hijos e hijas recibieran estas clases, aunque no supieran muy bien qué se perseguía con las mismas. Para los profesores y profesoras estaba claro que con sus clases se sentaban las bases de todos los aprendizajes escolares. Era una educación de Base como algún especialista indicaba. En un gran acto de fe, y deseosos de estar a la última, pasó a ser reconocida esta manera de pensar en los centros de formación universitarios, pero nadie en esos centros se planteó analizar, comprobar y evaluar si lo que se planteaba era cierto o solo el resultado de un entusiasmo por cambiar las formas habituales de impartir clase. Se confió.
Lo que parecía que duraría siglos, dejó de interesar y llegaron los Pompones, los Diábolos y demás materiales nuevos. Eso si que era divertido. Fue el momento de los Juegos de todo tipo. Para estar a la última había que tomar algún curso, jornada o seminario de juegos malabares. Era lo más. Había que estar a la última, y las tendencias iban en esta dirección. También con esta nueva tendencia se pretendía conseguir que los escolares fueran más coordinados, activos y competentes, aunque muy pocas veces se comprobaba. Lo importante era que con estas actividades estaban más contentos, ocupados y que se portaban bien en las clases. Por supuesto también se desarrollaba su competencia motriz y está se manifestaba en que cooperaban más, eran más empáticos o más sociables, si eran más resistentes, rápidos o flexibles, eso no entraba en el guión. Los centros universitarios también los incluyeron en sus planes de formación, pero tampoco se lanzaron a analizar con seriedad si este tipo de programas y actividades cumplían lo que decían que iban a conseguir en Educación Física. De nuevo se confió.
En la actualidad nos encontramos ante la misma situación. Un nuevo Neo está ante la puerta de la Educación Física y ya se le ha abierto la puerta de forma entusiasta. Ya empieza a oírse en los pasillos de las Facultades Universitarias. Me refiero al fenómeno de la Gamificación. Tiene todo lo necesario para conseguir ganarse un sinfín de seguidores. Rompe con lo habitual, con lo tradicional. No es aburrido. Es innovador y además tiene un nombre más rotundo, algo que tanto gusta. No es lo mismo hablar de jugar que de gamificar… Ya se habla que con sus técnicas, y aprovechando las cualidades de los juegos (que hasta la fecha los profesores de educación física no las habían aprovechado), se aumentará la motivación, la capacidad de solucionar problemas, mejorará el rendimiento (se entiende que será el rendimiento motor), activará la capacidad de aprendizaje de los escolares, etc., etc. En fin, un hallazgo.
Las intenciones son fenomenales, pero la cuestión radica en saber cuál es el soporte empírico que lo avala. ¿Por qué hay que confiar de nuevo en que con estos procedimientos, muy ligados a las nuevas tecnologías de lo digital, los escolares correrán más tiempo sin fatigarse, nadarán mejor, lanzaran mejor, saltarán mas lejos, resolverán mejor los problemas tácticos de un juego (game) deportivo, en definitiva, aumentarán su competencia motriz?.
La Educación Física siempre ha sido gamificadora, o mejor, siempre ha empleado el Juego y los Juegos, como forma y medio de conseguir los objetivos que la Educación de ha planteado específicamente. Y los ha empleado en todas sus formas y posibilidades, pero con una premisa fundamental que fueran suficientemente activos y exigentes como para conseguir desarrollar la competencia motriz de los escolares.
Ahora que la educación física se está gamificando: ¿Quién se preocupará de comprobar empíricamente si es un procedimiento mejor, para desarrollo de la competencia motriz, que los ya existentes?
Sin duda viene a colación aquella frase que atribuyen a Ronald Reagan que decía:
“Confie si, pero Verifique”
Vale